La historia de la Cerdanya cuenta con montones de leyendas, que aún a menudo se confunden con hechos reales.
Hoy vamos a explicarte dos de ellas.
La leyenda de la "Vella de l'Estany de Puigcedà"
El lago de Puigcerdà, que toma su agua del río Querol, se construyó en el año 1920.
Este espacio, que hoy está rodeado de una zona verde preciosa de paseo, por entonces servía como reserva de agua y producción de hielo para el pueblo.
No fue hasta finales del siglo XIX que empezó a utilizarse de forma recreativa.
En 1925 se inauguró el parque que lo rodea, y que toma su nombre del cònsul de Dinamarca German Schierbeck.
Este lago esconde la leyenda de una mujer de avanzada edad y silueta encogida que cubría su cabeza con un capuchón. Ella vivía en una de las casas que había donde actualmente se encuentra el lago.
El lago se construyó en contra de su voluntad y cada día visitaba el lugar en el que había vivido siempre.
Al morir, prometió que seguiría visitando el lugar.
Desde entonces, cada año aparece puntualmente un día del mes de agosto, coincidiendo con la Fiesta del Lago. Ya de noche, vuelve a su casa bajo las aguas.
Existe una segunda leyenda, tal y como relata Josep Vinyet.
En esta otra historia, una mujer también de avanzada edad y encogida, enamorada de su tierra y del lago, acude cada año puntualmente por al Fiesta del Lago para recorrer el pueblo, “viene, observa los avances del vecindario y llena su corazón de alegría”.
Después de haber compartido su día con toda la gente que la ha acompañado, desaparece “discretamente entre las ramas de un sauce llorón, inicia en una pequeña barca su viaje de vuelta hasta la mansión palaciega que una fantasía le supo construir bajo las aguas, donde la esperan aquellas hadas que en un día remoto llegaron desde el laco de Lanós, seducidas por un pastor con no sé qué extraños relatos de esta tierra”.
Para conocer de cerca el lugar donde transcurre esta historia maravillora, puedes hacer una escapada y alojarte en Puigcerdà.
Si quieres hacerlo en un hotel emblemático, puedes hacerlo en el Hotel del Prado, el Hotel Puigcerdà, el Hotel del Lago o el Hotel Villa Paulita.
Y si prefieres alojarte en un cámping ubicado cerca de esta población, puedes escoger entre el Càmping Stel y el Càmping Pirineus.
La leyenda de Manussa y Lampegia
Hace muchos años, en Cataluña hubo una invasión de sarracenos (un grupo de moros y bereberes).
Aunque hicieron la invasión de manera conjunta, llegó un momento en que los berebers empezaron a distanciarse por el exagerado fanatismo de los moros.
Los bereberes tomaron como caudillo a Manussa, que era bravo servidor del rey moro de Granada, Abderramán. Este se hizo fuerte en Llívia desde donde desafiaba la furia del rey moro, hasta que se enamoró locamente de la cristiana Lampègia, hija de Eudis.
Eudis solo accedió a ofrecer la mano de su hija a Munussa bajo una condición: que se convirtiera al cristianismo y ayudara los cristianos a la reconquista.
De esta manera, Munussa fue bautizado y casado secretamente y volvió a Llívia, a disfrutar de su luna de miel.
Cuando Abderrahman se enteró de tal traición, envió al ejército para que se apoderase del castillo y volviera con la cabeza de Manussa, costara lo que costara.
La furia del ejército moro atacando el castillo fue enorme, y además soprendieron a Manussa mal preparado, ya que estaba disfrutando de su luna de miel.
Aun así, pudo escapar con Lampègia.
La búsqueda continuó, con la promesa de ofrecer un gran premio a quien diera con ellos.
Fue en la Molina donde encontraron a la enamorada pareja.
A Manussa le cortaron la cabeza mientras que Lampègia, que sorprendió al ejército con su belleza, fue presentada junto a la cabeza de su marido al capitán de las fuerzas.
Este también quedó maravillado de la belleza de la mujer, así que la hizo montar en un caballo de cuya cola colgaron la cabeza de Manussa para causarle más dolor a Lampègia.
En plena retirada, la comitiva se encontró con el rey Abderramán en Ribes de Freser. Éste recibió el regalo con gran alegría y añadió a Lampegia a su harén.
Si esta leyenda te ha cautivado y quieres alojarte unos días en Llívia para revivirla, puedes escoger entre el Aparthortel Les Corts, el Hotel Bernat de So y el Hotel Esquirol.
Y en la Molina, lugar también emblemático de la historia, encontrarás el magnífico Hotel Adserà.